DIALOGO CON LA ORGANIZACION KIMETZ SOBRE LA CUESTION NACIONAL

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Hemos leído y analizado el ENBOR Nº10, órgano de expresión de la organización KIMETZ. Más allá de las divergencias políticas y teóricas que podamos mantener, es una de las organizaciones comunistas referenciales en Euskal Herria.

De este número 10 del ENBOR, teóricamente denso y con interesantes aportaciones para el debate entre líneas, hemos seleccionado para el análisis y la confrontación teórica, con los camaradas de KIMETZ, el relacionado con la cuestión nacional para dar continuidad al debate iniciado por la organización Reconstrucción Comunista.

KIMETZ comienza su análisis con el concepto de “Revolución Socialista Vasca”, como producto de la fusión del nacionalismo con el marxismo y de la estrategia que de manera implícita encontramos en “Independentzia eta Sozialismoa”. Habría que matizar que se trataba de un nacionalismo progresista el que se fusionara con el marxismo, un nacionalismo “de izquierdas”, cualitativamente diferenciado del nacionalismo reaccionario del PNV. En un contexto de luchas por la liberación nacional en Vietnam, Argelia, Corea… el marxismo aportaba un sistema teórico-político-ideológico, para un proyecto revolucionario socialista de liberación nacional. ¿De características pequeño-burguesas? Sin duda, por lo menos en sus inicios, pero de manera objetiva posibilitó la gestación de un marxismo revolucionario, aún con sus características heterodoxas y bajo la forma de un nacionalismo revolucionario, que abrió un campo socio-político de una importancia central y determinante para Euskal Herria.
Coincidimos con KIMETZ en que el nacionalismo revolucionario, generó una tendencia objetiva hacia un aislamiento nacional de la lucha revolucionaria en Euskal Herria respecto a las luchas desarrolladas en el Estado español –y francés-, desconectándose de las luchas estatales. De otra parte, la estrategia de “Independencia y Socialismo”, generó una ruptura de objetivos, en el que el nacionalismo de carácter pequeño-burgués, convirtió en predominante, el independentismo, frente al socialismo, tendencia que se agudizaría con el tiempo. Aunque para ser justos, la “desconexión” entre la lucha revolucionaria en Euskal Herria y las presentes en los Estados fue producto, además de una tendencia nacionalista en el seno del MLNV, de la propia heterogeneidad de marcos de luchas de clases, ritmos y condiciones de enfrentamiento y de la estrategia política del PCE y de otras organizaciones comunistas aún bajo la dictadura franquista. Entraríamos en el terreno de la especulación histórica pero, ¿qué hubiera sucedido si el PCE y las organizaciones comunistas estatales, hubieran sido más consecuentes en la defensa del derecho de autodeterminación? Por ejemplo, Argala, no descartó organizar un frente único antifascista, pero como él bien señaló, para la izquierda estatalista, Euskal Herria era “un problema”, y resultó determinante el que el PCE no tuviera en su estrategia, un planteamiento de ruptura, sino de reconciliación.
KIMETZ, además, afirma que una Revolución Socialista Vasca, era imposible plantearla desde el aislamiento nacional, en tanto que Euskal Herria estaba -y está- integrada en dos estados capitalistas. Pero aquí comenzamos a mantener discrepancias con los camaradas. Su afirmación relativa a que “la desunión del proletariado es éxito del capital dentro del Estado (español)”, en principio aceptable como análisis, no lo es debido a las consecuencias derivadas.
La Revolución Socialista Vasca, considerada desde el “aislamiento nacional”, está imposibilitada -afirman-, otro tanto sucedería con procesos similares en otras naciones o regiones del Estado español, porque desde su perspectiva, la revolución socialista, sólo es posible planteando la destrucción del Estado burgués y su sustitución por un “Estado-comuna” bajo la dictadura del proletariado, hasta el comunismo. Es decir, la superación del aislamiento nacional, la toman considerando al Estado español como marco de la revolución socialista, ya que descartan la posibilidad de que la unión de diferentes procesos revolucionarios, no posibilitarían una revolución socialista. Eso sí, lo que no está explicitado, es bajo qué premisas consideran que una revolución socialista en el Estado español, podría tener más viabilidad, que la vasca, puesto que el argumento del “aislamiento nacional”, podría ser también aplicado al Estado español, dadas las condiciones de internacionalidad del capital. Pero avancemos al siguiente punto de su escrito, en el que van dotando de mayores argumentos a su posición.

INDEPENDENCIA POLITICA, TACTICA O ESTRATEGIA
Definiendo Euskal Herria como nación oprimida dentro de un Estado opresor, la “independencia incondicional”, termina siendo producto de una estrategia de aislamiento nacional, que promueve una ruptura de lo que KIMETZ considera el sujeto revolucionario, que no es otro que el proletariado del Estado español. Por tanto, la crítica que realizan al “aislamiento nacional” desde premisas de internacionalismo proletario, las compartimos, excepto cuando dicho internacionalismo, lo llevan a las estrictas fronteras del Estado español. De manera objetiva, los camaradas de KIMETZ, más que internacionalismo proletario, lo que promueven es una transformación del marco de lucha de clases, hacia el Estado español, al que podríamos aplicar la misma crítica que ellos realizan. Prosigamos con su análisis.
La “prioridad independentista”, lleva implícitamente la tendencia hacia la formación de Frentes Nacionales y a un interclasismo, en el que la pequeña y mediana burguesía, asumen un papel dirigente y, claro está, los “comunistas” que participan en ese frente nacional, no hacen otra cosa que hacer el juego al nacionalismo burgués y citamos textualmente “el carácter del proletariado es siempre internacionalista y de clase y nunca una apuesta incondicional por la independencia política de su nación oprimida”. De acuerdo con este punto.
Continúan diciendo que el capitalismo, rompe las fronteras nacionales, en Euskal Herria hay diferentes identidades nacionales, por lo que plantear “incondicionalmente la independencia”, desde la prioridad de la cultura nacional, es decir, desde el culturalismo y el identitarismo, hace imposible centrar la necesaria “cultura internacionalista”, que debe prevalecer en la clase obrera. Aquí no terminamos de entender la concepción que los camaradas de KIMETZ tienen en relación al internacionalismo, pues pareciera que contraponen una “cultura internacionalista”, frente a las culturas nacionales, lo que significaría dotar al internacionalismo, de unas características abstractas negadoras de la diversidad nacional, precisamente la base sobre la que se construye el internacionalismo proletario. El internacionalismo proletario sigue el principio de múltiples realidades culturales y una contradicción antagónica entre capital y trabajo que unifica a los Pueblos Trabajadores con identidades culturales diversas, desde el principio de la igualdad.
En Euskal Herria, existen diferentes identidades culturales/nacionales que deben ser articuladas, bajo la premisa la unidad del Pueblo Trabajador Vasco, pero no existe una “cultura internacionalista”, sino internacionalismo e igualdad entre diferentes culturas.
Finalmente, apuntan a que la lucha “de la nación vasca” contra la opresión nacional y las desigualdades nacionales, pasa por la “fusión” y la alianza entre el proletariado vasco y el del resto del Estado, pues sólo destruyendo el poder burgués y reaccionario del Estado español, es viable la libertad de Euskal Herria. En este planteamiento, los camaradas de KIMETZ, utilizan el concepto de “fusión” y de “alianza” de manera confusa. El concepto de fusión, negaría de raíz las características de Euskal Herria como marco de lucha de clases y sus características como “nación oprimida”. Consideramos que su denuncia contra el aislamiento nacional de la lucha, justificada en principio, precisaría de una aclaración sobre si el aislamiento se supera mediante una fusión o una alianza, ya que creemos que son procedimientos estratégicos cualitativamente distintos. Es muy diferente plantear como marco de lucha de clases Euskal Herria y desarrollar alianzas con organizaciones de clase revolucionarias, tanto en el Estado español, como en el francés, en base al reconocimiento de estrategias soberanas que se refuerzan mutuamente, contra el enemigo común, que pasar a considerar el Estado español como marco de lucha de clases referencial.
Coincidimos con KIMETZ en que la pequeña y mediana burguesía, se beneficia del independentismo y lo instrumentalizan a su favor. Eso es evidente y, como bien señalan, incluso están dispuestos a renunciar a los herrialdes con menor conciencia nacional vasca, para la consecución de su Estado burgués vasco. Es por ello que KIMETZ expresa la necesidad de los comunistas de apoyar las reivindicaciones democráticas, incluido el derecho de autodeterminación, pero de manera sorpresiva, esa reivindicación la subordinan a una estrategia estatalista en la que la destrucción del “Estado fascista” español es la premisa de cualquier movimiento de liberación.
Desde la perspectiva de los camaradas de KIMETZ, el carácter fascista del Estado español, imposibilita cualquier libertad política de decisión sobre la cuestión nacional, por lo que no será hasta la instauración de una república proletaria en el Estado, cuando existan condiciones. Sin embargo, abren la posibilidad de que en el Estado español, pueda desarrollarse una “democratización” que posibilite el desarrollo de refererendums, en los que se apelaría un desarrollo de garantías democráticas e igualdad para todas las opciones.
La confusión aumenta, cuando introducen otro elemento en su análisis, el de un Partido Comunista revolucionario y estatal, que podría resolver la contradicción nacional apoyando la independencia de una nación oprimida del Estado español, incluso con el recurso “de la guerra revolucionaria”, ya que -hablando de una supuesta Cataluña independiente y socialista-, sería un ejemplo para el resto del Estado.
Citando literalmente el texto de KIMETZ “…los leninistas vascos, debemos impulsar la independencia política en las situaciones en las que sea un acto revolucionario y afecte al debilitamiento del Poder del Estado español, a la vez que suponga el fin de la opresión nacional”. Este fragmento, cuestiona sus afirmaciones relativas a que la independencia “incondicional”, divide al proletariado, que ellos mismos habían señalado, ya que ahora se señala la necesidad de impulsar procesos de “independencia política”, que sean actos revolucionarios, así como sus tesis relativas a la ruptura del sujeto revolucionario estatal y las tesis sobre el “aislamiento nacional”, ya que ahora la independencia de una nación oprimida, puede ser positiva, puesto que debilita al Estado burgués español.

NACION Y ESTADO
KIMETZ afirma que Euskal Herria es una nación y siguiendo en la línea crítica sobre las posibilidades de una “Revolución Socialista Vasca”, la confrontan con la necesidad de estatalización revolucionaria, ante la cual establecen dos opciones que impedirían el triunfo de la clase obrera. La primera opción, sería la de vencer el poder del Estado español, con toda su maquinaria represiva, lo que lógicamente descartan por realismo puro y duro; la segunda opción sería vencer “la parte del Estado español que oprime a Euskal Herria”, o por lo menos debilitarlo, de forma que se lograra el derecho de autodeterminación e incluso la secesión, para crear un Estado burgués vasco. Posteriormente, se iniciaría la construcción socialista, según expresan los comunistas que van a la zaga del nacionalismo revolucionario, pero lo consideran idealista y propio de una estrategia errada, ya que el nuevo Estado burgués vasco, organizaría la defensa de la clase dominante, incluso apelando a una intervención imperialista externa.
Lo primero que llama la atención, es que esta hipótesis de intervención imperialista, no la extiendan al proyecto de instaurar la dictadura del proletariado en el Estado español, cuando en realidad, el riesgo sería equivalente. Porque para los camaradas de KIMETZ, sólo la destrucción del Estado burgués español “liberará a los explotados y a los pueblos oprimidos”.
La afirmación de Euskal Herria como nación oprimida, no viene acompañada de un reconocimiento de su carácter de marco nacional y autónomo de lucha de clases, de procesos internos históricamente determinados, que confieren a la lucha de clases y a la dinámica política, ideológica y económica de Euskal Herria, de unas características propias y heterogéneas respecto a otras realidades nacionales y/o estatales vecinas.
KIMETZ ha convertido al Estado español en el marco de lucha de clases, bajo el cual están subordinados todos los demás. No conciben que el desarrollo desigual y combinado de procesos de lucha política e ideológica, en los diferentes marcos de lucha de clases, por ejemplo en Euskal Herria, puedan generar un avance hacia el socialismo. Aunque de manera contradictoria, afirman que la constitución de una República Socialista Catalana, pudiera servir de ejemplo para el resto del Estado, lo que entraría en contradicción con la imposibilidad de Revoluciones socialistas aisladas, que puedan debilitar al Estado español.

Y finalmente, llegamos a la conclusión lógica de su planteamiento general, que no es otra que la de la necesidad de una organización comunista estatal revolucionaria. Los comunistas de Euskal Herria, debemos asumir como tarea fundamental, la reconstitución de tal partido, luchando contra el revisionismo y el nacionalismo español y vasco, como forma de superar el aislamiento nacional. Como la única forma de conducir la liberación nacional y la dictadura del proletariado es la destrucción del Poder del Estado español, lógicamente el instrumento adecuado para ello es un partido comunista estatal. Afirman que aceptan el marco de lucha de clases de Euskal Herria, pero como marco autónomo, no independiente… pero objetivamente, más que autónomo o independiente, su planteamiento lo transforma en subordinado. No podemos estar de acuerdo con esta línea estratégica. Su afán por integrarse de manera federada en futuras organizaciones comunistas del Estado español y francés, tál y como afirman, nos parece errada.
Pero es que KIMETZ llega a afirmar que el carácter internacional del proletariado, mira más allá de las fronteras nacionales y “tiene como objetivo un mundo sin naciones” bajo el comunismo. De no ser que constituya un error en la redacción del escrito, en el que “sin naciones” quiera decir “sin Estados”, no entendemos dicha afirmación.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES
Tras analizar el texto de los camaradas de KIMETZ, presentaremos a continuación algunos puntos de nuestra línea política, como alternativa a sus análisis, como medio de favorecer un debate que suponemos será enriquecedor para el movimiento comunista de Euskal Herria.

1º Euskal Herria es un marco nacional y autónomo de lucha de clases. Dicha definición, en principio, no debiera generar una desviación hacia el “aislamiento nacional” si el internacionalismo proletario se desarrolla de manera correcta. De hecho, en el contexto de un capitalismo globalizado, la misma reflexión podría ser realizada a la pretensión de considerar el Estado español como “marco autónomo de lucha de clases”.
La cuestión, por tanto, debe llevarse a una fundamentación teórica, política e histórica de las características de Euskal Herria, como Formación Económico Social, con un desarrollo del capitalismo, en el que la articulación de la economía, la política y la ideología ha dotado a la contradicción capital-trabajo, de unas características propias a la lucha de clases. De manera simultánea, la forma que adquiere en Euskal Herria la opresión nacional, que la alejan del modelo “colonialista”, las diferentes formas de conciencia e identidad nacionales presentes y la fragmentación territorial de los herrialdes, constituyen un marco nacional de lucha de clases, heterogéneo respecto a los estados y/o naciones de nuestro entorno.
La autonomía del marco de lucha de clases, se concreta en que Euskal Herria se encuentra integrada en la dinámica internacional de valorización del capital, que determina unas condiciones objetivas en la que la contradicción entre capital y trabajo cobra forma en Euskal Herria. El nacionalismo burgués, es un fenómeno que interviene decisivamente en la dinámica de lucha de clases, en la conformación de bloques socio-políticos, así como en la división del Pueblo Trabajador Vasco, gestionando de esta forma, la estabilidad del sistema de explotación, opresión y dominación. La forma concreta en la que el capitalismo se ha desarrollado en Euskal Herria, ha generado un sistema de clases sociales en el que la pequeña y mediana burguesía, han alcanzado una sobre-representación política e ideológica. No seguiremos enumerando las características de la “especificidad” del marco de lucha de clases, sólo terminaremos por afirmar que dicha especificidad requiere de una estrategia revolucionaria nacional –no nacionalista- que requiere ser coordinada desde el internacionalismo proletario, con otros movimientos externos, pero no su sometimiento.

2º La respuesta a la autodeterminación, tanto en su vertiente de derecho democrático, como desde la posibilidad real de que fuera instrumentalizada por la pequeña y mediana burguesía en su propio beneficio, tanto activando como desactivando su presencia política e ideológica en determinados contextos, la resolvemos otorgando a la autodeterminación una caracterización y un fundamento clasista y socialista. La soberanía política y económica, la liberación nacional, sólo adquiere sentido si, en una primera fase, desemboca en una democracia popular de base amplia, desde la premisa de un programa mínimo que los y las comunistas desarrollemos, para que el Pueblo Trabajador Vasco, obtenga las reformas necesarias para una mejora sustancial de sus condiciones de vida. La consigna de que las reformas son demasiado importantes para dejarlas en manos de los reformistas, se puede extender además a la cuestión nacional, demasiado importante para dejarla en manos de los nacionalistas.
La autodeterminación socialista, por ello, asume las características de un movimiento estratégico de unificación del Pueblo Trabajador Vasco, en el que el desarrollo de instrumentos organizativos adecuados (Partido, movimiento popular, movimiento obrero) generará una “masa crítica” para construir un poder popular, con poder suficiente para agotar y saturar el marco legal existente, y ampliar cualitativa y cuantitativamente la legitimidad de un proyecto alternativo de construcción socialista. Este movimiento, lógicamente, se desarrollará dialécticamente en función de la evolución internacional de la lucha de clases, hasta estar en condiciones de superar históricamente la ley del valor trabajo e implantar un socialismo en condiciones de dictadura del proletariado, en una unidad internacionalista de diferentes y aliadas vías hacia socialismos de base nacional.
La autodeterminación socialista, unifica al Pueblo Trabajador Vasco como sujeto, ligando abertzalismo, a la idea de “patria del Pueblo Trabajador Vasco”, más allá de las actuales diferencias culturales/identitarias existentes en su seno, hacia un modelo multicultural en el que el bilingüismo efectivo en función de la realidad de Iparralde y Hegoalde, sea unificado por la predominancia del euskera como proyecto ligado al programa comunista y arrebatárselo al nacionalismo.
La autodeterminación socialista, rompe con la dicotomización independencia-socialismo, puesto que la liberación del Pueblo Trabajador Vasco, se resume en la consecución del socialismo como transición al comunismo, en el que la cultura nacional será también producción socialista. El internacionalismo proletario, asume la libre unidad entre Pueblos Trabajadores en condiciones de igualdad nacional, para lo que la prioridad absoluta, es la unificación de clase en el seno de los diferentes marcos de lucha de clases, para derrotar –ajustar cuentas decía Marx- a los diferentes poderes que explotan, oprimen y dominan a los Pueblos Trabajadores.

3º Si de lo que hablamos es de marco nacional y autónomo de lucha de clases, de lo que hablamos es de una estrategia propia para Euskal Herria y una organización comunista surgida desde y para la liberación del Pueblo Trabajador Vasco en el socialismo. Una organización comunista soberana, con vinculaciones internacionales, predominantemente en los estados español y francés, desde una política de alianzas propia y en función de la estrategia que se desarrolle en cada contexto. Saludaremos la creación de una organización estatal comunista marxista leninista, que apoye de manera decidida y firme la autodeterminación y la secesión como principio de su programa, pero también les requeriremos que, siendo consecuentes con el internacionalismo proletario, su militancia refuerce la del Partido Comunista de Euskal Herria constituido.
Consideramos profundamente erróneo introducir un debate sobre la participación de los comunistas de Euskal Herria en un Partido estatal, tanto por principios políticos y estratégicos, como por la contradicción ideológica que supondría para muchos sectores del Pueblo Trabajador Vasco aún bajo hegemonía del nacionalismo. Además, una organización estatal, por muy adecuada que fuera su línea revolucionaria, carecería de capacidad de coordinación política, ideológica y organizativa, de realidades heterogéneas como las existentes en el Estado español. Insistimos, del aislamiento nacional que conduce a la nada, a la estatalidad de la organización comunista, media el internacionalismo proletario, la coordinación de las estrategias y la finalidad del comunismo, entre los diferentes Pueblos Trabajadores. Pero en HERRI GORRI, reiteramos nuestro compromiso por reconstruir el movimiento comunista en Euskal Herria, como primera fase antes de plantear cualquier otra cuestión.

HERRI GORRI 30/03/2015

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